Cultura católica por fuera de un país católico

No es algo que haya apreciado en toda mi vida como católica que creció en un país mayormente católico (la mayoría de personas son católicas por bautismo, no necesariamente practicantes) y en una familia muy católica. Lo llegué a apreciar años después, viviendo en un país no occidental, donde la gran mayoría ni siquiera tienen una religión, y la religión más popular es el budismo. El país es Corea del Sur. Y sin embargo, es donde he conocido la comunidad de católicos con los que más he interactuado como adulta. Me di cuenta de que la cultura católica está viva, aun en un país así, gracias a las tradiciones que ellos también practican. Creo que la mayor diferencia entre ser católico en Latinoamérica o Europa Occidental y en Oriente, es que ser católico en nuestros países occidentales es visto como algo tradicional o hasta conservador, mientras que ser católico en oriente es casi contra-cultural, definitivamente no tradicional. Es un ambiente extraño, en el que los católicos que han nacido de familias católicas continúan las tradiciones de sus padres, pero están por fuera de lo convencional en su país. Pero, entre lo que he visto tanto en mi comunidad como en otras comunidades católicas de Seúl, aunque sean escasos y diferentes, los católicos tienden a ser fuertes en su Fe. Sin embargo, es más difícil para alguien que no es católico convertirse al catolicismo, porque se siente como algo que va en contra del status quo, y entrar a este círculo de tradiciones puede ser algo difícil, aunque la gente como tal les dé la bienvenida, simplemente por la rareza de sus tradiciones.

En occidente estamos tan acostumbrados a estar rodeados de cultura católica, que ni siquiera lo notamos. Por ejemplo, no es raro encontrar mujeres llamadas María, incluso si son protestantes. Los nombres que consideramos normales son en su mayoría nombres bíblicos o nombres de santos. En Corea, los cristianos tienen nombres coreanos, como el resto, pero además tienen su nombre de bautismo, que llevan con orgullo, aunque no lo puedan usar en la mayoría de situaciones, pero es su nombre también, y saben a qué santo corresponde. Incluso he visto quienes hacen distinciones como “yo soy Juan, de Juan el Bautista”, “yo soy Juan, de Juan el discípulo y evangelista”. Personalmente mis padres siempre me han dicho por qué me pusieron mi nombre y sé que el María de mi nombre corresponde a la Santísima Virgen María, pero cuando pregunto a otras personas sobre el origen de sus nombres en occidente, rara vez saben de donde viene o a qué santo hace alusión, si es que la hace.

Debo mencionar también, que en ocasiones es más difícil para ellos seguir el espíritu de la Iglesia en medio de una sociedad que ignora el cristianismo. En particular, me entristece un poco ver que los domingos no puedan ser del todo tenidos aparte, porque es un país que no tiene ese descanso al mismo nivel de prioridad. El descanso del domingo es algo que damos por hecho -incluso, al menos en las legislaciones que conozco, a quienes trabajan en domingo se les debe dar un pago superior al de los otros días- pero no todas las sociedades lo tienen, no toda la vida ha sido así. Nosotros adoptamos esta costumbre de los judíos, quienes respetaban/respetan inmensamente el descanso del Sabbath. Nosotros, que creemos que Jesús es el Mesías, hemos adaptado esta costumbre para recordar el día de su Resurrección, el domingo. Antes de esto, a los judíos siempre se les vio como diferentes, y fueron criticados por descansar un día a la semana. Nos cuesta imaginarlo así, pero no todas las civilizaciones han tenido un día de descanso. Así mismo, en oriente es mucho menos respetado el descanso del domingo, aunque hayan adoptado la costumbre de occidente, pero aún mis compañeros católicos coreanos de vez en cuando tienen que trabajar en domingo, o estar pendiente de los horarios de las academias de los hijos, que no necesariamente dejan de funcionar en domingo.

En contraste, en ciertos países de Europa, el domingo se respeta mucho más que en América. Hay ciudades donde hay que recordar abastecerse antes del domingo, porque es posible no encontrar ni siquiera comercios abiertos los domingos. Simplemente se respira en el ambiente un aire diferente. A pesar de la creciente secularización de Europa, todavía quedan muchas ciudades y muchísimos más pueblos que conservan esta costumbre que viene de tiempos medievales. A veces me preocupa que lo que alguna vez fue el centro del cristianismo se esté debilitando tanto, sin embargo, hay partes que aún son fuertes, y ni la Revolución Francesa ni los nuevos ateos han sido suficiente para decristianizar a Europa. Sin mencionar que el cristianismo, y en particular el catolicismo, se está volviendo más fuerte en el hemisferio sur.

América Latina tiende a ser un territorio que adopta las tendencias de otros lugares. Pero la Iglesia sigue siendo fuerte, especialmente en las ciudades menos grandes, me parece, donde las costumbres locales tienen prevalencia. Es un hecho reconfortante y que a la vez debemos reconocer, porque somos los que vivimos la Fe los responsables de que la Fe siga viva donde sea que estemos. La Fe no solo se vive individualmente, sino en comunidad, por eso los patrones de comportamiento son importantes, preservar las tradiciones es importante.

Así como me anima ver que la Fe se vive tanto en países culturalmente católicos como en países solo minoritariamente católicos, espero poder animar a otros, recordarnos que esta cultura católica tiene sentido, y que es importante que la mantengamos viva, aun en medio de las nuevas tecnologías, nuevas revoluciones, que al fin y al cabo no son tan diferentes a las anteriores. Corea del Sur tiene creyentes católicos, a pesar de haber sido prohibido al principio, a pesar de que no llegara el catolicismo por medio de misioneros (sino por eruditos). El que la Iglesia haya logrado ser una, incluso antes de que la globalización fuera tan prevalente como lo es hoy en día, es prueba de que es el Espíritu Santo el que lleva la Iglesia, no solo nosotros pobres humanos. A nosotros nos corresponde trabajar con Él, y no en su contra.

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